¿ESTAREMOS ENFERMOS?
Esta última semana
fue difícil, ya que debía recordar todos los conceptos, definiciones y términos
que los profesores iban a preguntar en los parciales y, constantemente mientras
estudiaba, me cuestioné acerca de mi capacidad para memorizar a corto y largo
plazo, pues había escuchado varias veces que los seres humanos utilizamos solo
un 10% de nuestras habilidades mentales y, dentro de este porcentaje, se
encuentra el poder memorizar y almacenar recuerdos. Conociendo este dato, me
puse a pensar acerca de las destrezas que tenemos los seres humanos y si es
cierto que biológicamente somos semejantes a las máquinas por nuestra gran
magnitud de inteligencia, ¿cómo es posible que solo utilicemos un 10% de todo
nuestro bagaje intelectual? ¿Será que ni siquiera los seres humanos nos
conocemos a nosotros mismos y tenemos más aptitudes de las que creemos? Creo
que este es un misterio difícil de descifrar; sin embargo, es necesario que
creemos conciencia acerca de lo que somos y de lo que podemos lograr a partir
de nuestras limitaciones y ventajas, pues posiblemente lleguemos a desarrollar
capacidades que nunca imaginamos.
Luego de haber
culminado con los parciales, recibo los resultados de los mismos y, me doy
cuenta, de que verdaderamente tengo aptitudes para memorizar y que, tal vez, si
sea como una máquina que opera de forma eficiente y satisfactoria, pues
“también el cerebro es, en parte al menos, una máquina lógica. Allí donde las
computadoras utilizan relés (mecánicos, electromecánicos, o puramente
eléctricos), el cerebro tiene neuronas”. (Gleick, 2011, p.
245)
Ahora comprendo la
razón porqué se hacen analogías entre los seres humanos y las máquinas; esto es
debido a que ambos somos sistemas complejos constituidos por determinados
elementos. No obstante, lo que nos hace diferentes radica en que los seres
humanos somos máquinas vivientes y las máquinas son artefactos; es decir, los
seres humanos somos sistemas abiertos y las máquinas artefactos son sistemas
cerrados. Nosotros, los sistemas abiertos, tenemos la posibilidad de nutrirnos
y de material, energía e información del exterior para asimilarla e nuestro
interior, mientras que los sistemas cerrados, al no tener una apertura al medio
ambiente, no tienen flujo de energía e información. Por esta razón, “los
sistemas vivientes, como sistemas cuya existencia y estructura dependen de una
alimentación exterior, no solamente material-energética, sino también
organizacional-informacional”. (Morin, 2011, p. 43)
Teniendo en cuenta
las premisas anteriores, puedo deducir que uno de los factores más importantes
de los que dependemos los seres humanos en la edad moderna es la información.
¿Cómo puedo definir la información? Pareciera algo intangible, algo fuera de
todas los objetos materiales, pues bien, la información se compone de ideas;
estas ideas forman el mundo entero, “tienen la capacidad de transformar el
mundo, reescribir todas las reglas y navegar en la mente de las personas”. (Nolan, 2010)
Nunca antes había
creado conciencia acerca del impacto que tienen las ideas y, sin embargo,
siempre había estado influenciada por los comentarios que redundaban a mi alrededor,
tales como: si pasas debajo de una escalera, ves un gato negro o rompes un
espejo tendrás siete años de mala suerte; si no difundes esta cadena un
familiar tuyo va a fallecer esta noche; si pasas esta cadena y respondes las
siguientes preguntas el amor de tu vida te hablará mañana; si sigues esta
rutina y comes jugo de piña con atún todos los días podrás tener una figura
esbelta, entre otros. Todas esas falsas promesas y amenazas se regaban rápida e
inútilmente a través de mi: su portadora, he sido un vehículo que hace posible
la propagación de estas ideas, pero ¿verdaderamente son ideas? Son memes:
“unidades complejas, distintas y significativas, son unidades con capacidad de
resistencia”. (Gleick, 2011, p.
318)
Finalmente, he
llegado a la conclusión que estuve enferma por mucho tiempo y que, posiblemente,
aún siga enferma, pues jamás pensé que una idea pudiera infectar y penetrar mi
cerebro de forma tal, que fuera capaz de guiar mis emociones y formas de
actuar. Tantas veces que me fie de los consejos que en la red se mostraban como
la solución más viable, cuando eran simplemente organismos que brincaban de un
cerebro a otro inyectándose como un parásito o un virus. Solo queda
preguntarnos si seremos capaces de sobreponernos a esta enfermedad y definir
“¿quién manda, según esta visión, nosotros o nuestros memes?”. (Gleick D. d., 2011,
p. 322)
Bibliografía
Gleick, J. (2011). La información. En J. Gleick, La
información. Madrid, Barcelona, España: Crítica.
Morin, E. (2011). Introducción al pensamiento
complejo. En E. Morin, Introducción al pensamiento complejo (M.
Pakman, Trad., pág. 43). Madrid, Barcelona, España: Gedisa.
Nolan, C. (Escritor), & Nolan, C. (Dirección). (2010).
El origen [Película]. Estados Unidos.