viernes, 25 de octubre de 2013

Reseña 1




¿LOS INVENTOS DE LA HUMANIDAD, UN RETROCESO O UN AVANCE?


Nunca antes me había detenido a preguntarme: ¿En qué momento las nuevas tecnologías marcaron un hito en la historia? ¿Cuándo cambiaron nuestros hábitos y formas de percibir la realidad? Supongo que para mi es difícil entender esta revolución siendo que nací en ella. Sin embargo, me parece interesante descubrir las transformaciones y desarrollos que se han venido dando a lo largo de la historia de la humanidad, pues no creo que en el medioevo alguien se fuera a imaginar que muchos siglos después iba a haber una máquina que leyera por ellos ni que hubiera dispositivos para ubicarnos en cualquier espacio y tiempo. No obstante, aunque todos estos avances parecieran tener repercusiones positivas, también tienen incidencias negativas.

Una de las consecuencias negativas que se han venido dando por las tecnologías, es la amnesia histórica; esta se caracteriza por olvidar sucesos que acontecieron mucho tiempo atrás y, en cambio, recordar hechos que ocurrieron hace poco. Además, se olvida lo que se considera importante.

Por otra parte, Elizabeth Eisenstein, licenciada de la Universidad de Harvard, sostiene, ante esta coyuntura, que “el pasado no está desapareciendo de nuestra vista, sino todo lo contrario, se vuelve más accesible y más visible” (Gleick, 2011), lo que ella intenta expresar, es que hoy en día hay sobrecarga y exceso de información, tanto del pasado como del presente; por esta razón, perdemos los objetivos de búsqueda y no seleccionamos lo significativo.

Así mismo, James Gleick nos hace darnos cuenta de que el exceso de información conlleva una serie de problemáticas. Nuestra falta de concentración, cansancio mental, pérdida de la memoria, dificultad para comprender textos sólidos de manera rápida, son consecuencias del “diluvio” de información a la que podemos acceder por medio de las nuevas tecnologías. El concepto “diluvio” es una metáfora que se refiere a la abundancia de información, que a su vez nos hace sentir en un estado de “ahogo”, pues esta se relaciona con una ola gigante que se incrementa cada vez más a tal punto que nos cubre por completo. Es importante que seamos conscientes de esta realidad, de forma que podamos llegar a ser selectivos a la hora de recolectar datos para no perder nuestro norte y así tener una búsqueda satisfactoria, dado que entre más información no necesariamente hay más conocimiento ni beneficio intelectual, por el contrario, puede resultar en ignorancia, pues “el conocimiento de algo no garantiza nuestra iluminación ni nuestra sabiduría”. (Gleick, 2011) Teniendo en cuenta lo anterior, me doy cuenta de que es necesario usar una serie de estrategias para saber navegar en la red; entre estas estrategias se encuentra la capacidad para filtrar y buscar información. Dichas selecciones plantean “cuestiones relacionadas con la fiabilidad y el criterio”. (Gleick, 2011)

Hubo algo en especial que me hizo preguntarme ¿cuál será mi futuro como comunicadora social dentro los factores de la globalización y la convergencia digital? Pues bien, ese algo fue la incertidumbre que genera la incursión de las tecnologías en los oficios tradicionales que se desarrollan en esta profesión, tales como la radio, la televisión, el periódico, entre otros. También, James Gleick pone el ejemplo que las redes electrónicas podrían acabar con la economía que se da en torno a la edición de obras poéticas, dado que ahora cualquier producto puede ser difundido por redes. Ante las premisas dadas anteriormente, mi único consuelo es que puede que se acabe el medio pero no la mediación; es decir, puede que el artefacto como tal, sea periódico, radio o televisión, puede desaparecer, pero su transmisión y objetivo inicial va a perdurar siempre. Considero que los comunicadores sociales del siglo XXI tenemos un reto muy grande; este reto consiste en saber adaptarnos a las condiciones que se nos están presentando en estos momentos, en las que cualquier persona puede manipular la información, actuar como “prosumidor” (productor y consumidor), subir información banal y ofensiva, usar las tecnologías para mal, entre otras. Nuestra misión es actuar con responsabilidad y hacer que este “mundo infernal” de intolerancia anónima, mensajes difamatorios y malos valores, se acabe y de paso a un uso de las tecnologías en pro del bien común.

Finalmente, teniendo en cuenta las tesis de Marshall Mcluhan, que describen los inventos del hombre como extensiones de su propio cuerpo y considerando que el internet sería una extensión de nuestro cerebro, podríamos usarlo para el desarrollo de nuestras naciones y de los individuos, no para un retroceso en la humanidad. Hagamos que los inventos del hombre sean para su beneficio y no para su destrucción.


Bibliografía

Gleick, J. (2011). La información. En J. Gleick, & D. Frank (Ed.), La información (J. Rabasseda, Trad., pág. 435). Barcelona, Cataluña, España: Crítica.

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